"Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte". Aunque nunca me hubiese mirado de la misma manera que te miro a vos. Al final de cuentas, en el juego de los espejos, quién termina siendo reflejo de quién?

domingo, 28 de marzo de 2010

El Mundo

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los
colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.




Eduardo Galeano

jueves, 25 de marzo de 2010




Abrázame y muérdeme. Llévate contigo mís heridas.
Aviéntame y déjame. Mientras yo contemplo tu partida, en espera de que vuelvas y tal vez vuelvas por mí.
Y ya te vas...qué me dirás, dirás...qué poco sabes tú decir.
Despídete, ya no estarás. Al menos ten conmigo esa bondad.
Te extrañaré no mentiré, me duele que no estés y tú te vas.
Amárrame y muérdeme, llévate contigo mis heridas.
Murmúrame y ládrame, grita hasta que ya no escuche nada.
Sólo ve cómo me quedo aquí esperando a que no estés.
En espera de que vuelvas y tal vez vuelvas por mi...

miércoles, 24 de marzo de 2010


Del derecho y del revés uno solo es lo que es y anda siempre con lo puesto. Nunca es triste la verdad...lo que no tiene es remedio. Y no es prudente ir camuflado, eternamente por ahí Ni por estar junto a ti ni para ir a ningún lado.

viernes, 5 de marzo de 2010

Escrito hace un tiempo atrás ...

La búsqueda de paz y la toma de distancia, a veces, aturde.

Tanto silencio me aturde. En otras palabras, la misma búsqueda de paz, el desentenderse un poco de la ciudad y de su ritmo fugaz me inquieta, me angustia.

El silencio deja de callar. Pasa de enmudecer el ambiente a llenarlo de gritos. Salgo un rato a despejarme pero no logro conectarme con el mundo, sigo en otra sintonía, en otro lugar…Entonces, aturdida y algo acelerada se que es el momento de enfrentarlo.

El silencio y la sensación de soledad que conlleva no me gusta. Siempre que puedo, trato de escaparme de ella. Aunque esta vez, intento descubrir y saborear el origen de este silencio gritón.

Quiero concentrarme. Necesito concentración. Necesito volver a mi eje, encontrarme.

Los gritos se sienten y se perciben como una película que va desde los colores más brillantes hasta lo más nítido del blanco y el negro. Mi vida entera está gritando. Y, creo, que es momento de hacer algo por ella. Porque no la estoy disfrutando como quisiera y debería.

Me angustia, por ejemplo, ver a mis padrinos (soles de mi vida entera!) ya grandes. Me angustia ser consciente de que algún día no van a estar más y hasta me aterra pensar en ello.

Me angustia ser consciente de que la mortalidad también me atraviesa y, por ende, también es mi problema. Me angustia, puntualmente, la incertidumbre. El no-saber qué?. Qué hay después de la muerte?.

Me angustia ser consciente de que algunos de mis seres más amados eligen vivir la vida de una manera muy vacía e infeliz. Me angustian sus elecciones. El ver tantas veces destruir la felicidad que tienen entre sus manos cual pisada de borcego militar, me angustia. Ser consciente de ese tipo de comodidades, es decir, la incapacidad de reflexionar, la incapacidad de actuar y, por lo tanto, la incapacidad de asumir los problemas y hacerse cargo. La incapacidad, por voluntad propia, de hacer de sus propias vidas algo rico y virtuoso me angustia.

La impotencia, el aceptar la ceguera (reitero, a veces, voluntaria) de los otros. Me angustia. Porque no me resigno tan fácilmente.

Me angustia aceptar mi propia identidad. Me refiero al hecho de tener que aceptar que soy parte de alguien incapaz de asumir la realidad y hacerse cargo de ella. Otro alguien más cegado de infelicidad. Sí, mi propio padre.

Me angustia la “revolución” sexual en la que vivo. El hambre de valores que desnutre cada día a mi sociedad. Me angustia la idiotez, la falta de respeto y amor en la que estamos sumergidos.

Y, lo peor de todo, me angustia reflejarme en estas mismas líneas. Me angustia mi propia incapacidad, ineficiencia, ceguera y sordera, en fin…mi propia comodidad ante mis problemas existenciales.

Me angustia mi miedo a crecer. Estuve estancada, paralizada, en compañía de todo esto que, de a poco y por suerte, fue dando a luz. Sin entregarme a vivir la vida como quisiera y debería.

Sí…frases trilladas si las hay!, “crecer duele”. Crecer ANGUSTIA. Crecer significa, muchas veces, romper ideales. Esos ideales que uno trae desde chico. Romper con la mamá, el papá ideal. Con la vida ideal. Incluso con la Ana Clara ideal, perfecta y apoyar los pies un poco más sobre la tierra, en LA REALIDAD.

Aceptar lo que uno es.

Aceptar lo que uno puede dar. Y, en especial, lo que uno NO puede dar y/o hacer. Y, esta, creo, es la parte más difícil. Porque acá se trata de resquebrajar, romper, despedazar un poco los ideales que uno carga y eso es lo que más angustia. Bajar a la realidad.

Y, finalmente, creo que este proceso está llegando a su fin. Mi miedo a crecer y, en consecuencia, a dejar un poco de lado mis ideales infantiles, va desapareciendo. Mis pequeñas angustias dieron lugar a mi gran angustia, mi estancamiento o, simplemente, cedieron lugar a mi miedo a crecer.

De hecho creo que, como ser humano que soy, crecí mucho. Pude VER que para ser feliz es necesario agrietar un poco los ideales personales y no ser tan exigentes con ellos. Creo que es un…enorme paso!.

Ahora solo me falta abrirle la puerta a “la vida” por llamarlo de algún modo. Enfrentarla cual bebé recién nacido. Exprimirla en el más rico de los sentidos. Y, por sobre todas las cosas…amarla.

Dicho de otra manera y, citando a Serú:

“Mientras miro las nuevas olas…yo, ya soy parte del mar!”.

lunes, 1 de marzo de 2010

Ondas Concéntricas


Todos nosotros creamos, a menudo en forma no intencional y sin tener conciencia de ello, círculos concéntricos de influencia que pueden afectar a los demás durante años o incluso generaciones. El efecto que tenemos sobre los demás se transmite , a su vez, a otros del mismo modo en que los círculos concéntricos que se producen al arrojar una piedra a un estanque se siguen expandiendo, aun cuando ya no sean visibles para nosotros.
La idea de que podemos dejar algo nuestro aunque no vayamos a estar ahí para verlo por ejemplo ofrece una potente respuesta a los que afirman que la falta de sentido es la conclusión necesaria de nuestra finitud y transitoriedad.

Annica, Annica, Annica! la transitoriedad es permanente. El concepto de ondas concéntricas se refiere a dejar algo de la propia experiencia de vida. Algún gesto, algún buen consejo, alguna guía, algún consuelo a los demás, sabiéndolo o no.

Algo nuestro persiste...por más que nosotros no lo sepamos ni percibamos!