"Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte". Aunque nunca me hubiese mirado de la misma manera que te miro a vos. Al final de cuentas, en el juego de los espejos, quién termina siendo reflejo de quién?

viernes, 5 de marzo de 2010

Escrito hace un tiempo atrás ...

La búsqueda de paz y la toma de distancia, a veces, aturde.

Tanto silencio me aturde. En otras palabras, la misma búsqueda de paz, el desentenderse un poco de la ciudad y de su ritmo fugaz me inquieta, me angustia.

El silencio deja de callar. Pasa de enmudecer el ambiente a llenarlo de gritos. Salgo un rato a despejarme pero no logro conectarme con el mundo, sigo en otra sintonía, en otro lugar…Entonces, aturdida y algo acelerada se que es el momento de enfrentarlo.

El silencio y la sensación de soledad que conlleva no me gusta. Siempre que puedo, trato de escaparme de ella. Aunque esta vez, intento descubrir y saborear el origen de este silencio gritón.

Quiero concentrarme. Necesito concentración. Necesito volver a mi eje, encontrarme.

Los gritos se sienten y se perciben como una película que va desde los colores más brillantes hasta lo más nítido del blanco y el negro. Mi vida entera está gritando. Y, creo, que es momento de hacer algo por ella. Porque no la estoy disfrutando como quisiera y debería.

Me angustia, por ejemplo, ver a mis padrinos (soles de mi vida entera!) ya grandes. Me angustia ser consciente de que algún día no van a estar más y hasta me aterra pensar en ello.

Me angustia ser consciente de que la mortalidad también me atraviesa y, por ende, también es mi problema. Me angustia, puntualmente, la incertidumbre. El no-saber qué?. Qué hay después de la muerte?.

Me angustia ser consciente de que algunos de mis seres más amados eligen vivir la vida de una manera muy vacía e infeliz. Me angustian sus elecciones. El ver tantas veces destruir la felicidad que tienen entre sus manos cual pisada de borcego militar, me angustia. Ser consciente de ese tipo de comodidades, es decir, la incapacidad de reflexionar, la incapacidad de actuar y, por lo tanto, la incapacidad de asumir los problemas y hacerse cargo. La incapacidad, por voluntad propia, de hacer de sus propias vidas algo rico y virtuoso me angustia.

La impotencia, el aceptar la ceguera (reitero, a veces, voluntaria) de los otros. Me angustia. Porque no me resigno tan fácilmente.

Me angustia aceptar mi propia identidad. Me refiero al hecho de tener que aceptar que soy parte de alguien incapaz de asumir la realidad y hacerse cargo de ella. Otro alguien más cegado de infelicidad. Sí, mi propio padre.

Me angustia la “revolución” sexual en la que vivo. El hambre de valores que desnutre cada día a mi sociedad. Me angustia la idiotez, la falta de respeto y amor en la que estamos sumergidos.

Y, lo peor de todo, me angustia reflejarme en estas mismas líneas. Me angustia mi propia incapacidad, ineficiencia, ceguera y sordera, en fin…mi propia comodidad ante mis problemas existenciales.

Me angustia mi miedo a crecer. Estuve estancada, paralizada, en compañía de todo esto que, de a poco y por suerte, fue dando a luz. Sin entregarme a vivir la vida como quisiera y debería.

Sí…frases trilladas si las hay!, “crecer duele”. Crecer ANGUSTIA. Crecer significa, muchas veces, romper ideales. Esos ideales que uno trae desde chico. Romper con la mamá, el papá ideal. Con la vida ideal. Incluso con la Ana Clara ideal, perfecta y apoyar los pies un poco más sobre la tierra, en LA REALIDAD.

Aceptar lo que uno es.

Aceptar lo que uno puede dar. Y, en especial, lo que uno NO puede dar y/o hacer. Y, esta, creo, es la parte más difícil. Porque acá se trata de resquebrajar, romper, despedazar un poco los ideales que uno carga y eso es lo que más angustia. Bajar a la realidad.

Y, finalmente, creo que este proceso está llegando a su fin. Mi miedo a crecer y, en consecuencia, a dejar un poco de lado mis ideales infantiles, va desapareciendo. Mis pequeñas angustias dieron lugar a mi gran angustia, mi estancamiento o, simplemente, cedieron lugar a mi miedo a crecer.

De hecho creo que, como ser humano que soy, crecí mucho. Pude VER que para ser feliz es necesario agrietar un poco los ideales personales y no ser tan exigentes con ellos. Creo que es un…enorme paso!.

Ahora solo me falta abrirle la puerta a “la vida” por llamarlo de algún modo. Enfrentarla cual bebé recién nacido. Exprimirla en el más rico de los sentidos. Y, por sobre todas las cosas…amarla.

Dicho de otra manera y, citando a Serú:

“Mientras miro las nuevas olas…yo, ya soy parte del mar!”.

3 comentarios:

  1. 9.18 de la mñn
    leer esto me puso triste para todo el dia te digo :(

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  2. jjjjajaja Ju recién veo esto estoy bastante colgada con el blog. por qué chiqui?? que anda sapando?

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  3. es muy conmovedor y en ciertas lineas tambien me veo.. pero es hermoso.. una gran autoreflexion que creo que como moraleja debe dejar que uno hace LO QUE PUEDE.. no es por amor a la comodidad, sino porque en este mundo y este hoy, el querer cambiar el mundo, el conocerse a si mismo y soñar con que los demas se contagien... es parte solo de algun escrito de algun soñador lejano...

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