Todos nosotros creamos, a menudo en forma no intencional y sin tener conciencia de ello, círculos concéntricos de influencia que pueden afectar a los demás durante años o incluso generaciones. El efecto que tenemos sobre los demás se transmite , a su vez, a otros del mismo modo en que los círculos concéntricos que se producen al arrojar una piedra a un estanque se siguen expandiendo, aun cuando ya no sean visibles para nosotros.
La idea de que podemos dejar algo nuestro aunque no vayamos a estar ahí para verlo por ejemplo ofrece una potente respuesta a los que afirman que la falta de sentido es la conclusión necesaria de nuestra finitud y transitoriedad.
Annica, Annica, Annica! la transitoriedad es permanente. El concepto de ondas concéntricas se refiere a dejar algo de la propia experiencia de vida. Algún gesto, algún buen consejo, alguna guía, algún consuelo a los demás, sabiéndolo o no.
Algo nuestro persiste...por más que nosotros no lo sepamos ni percibamos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario